Terremotos
 
 
 

La cordillera de los Andes se originó por la colisión de las placas tectónicas Suramérica y Nazca (Figura 2.1). Esta última choca contra el continente a una velocidad de seis a ocho centímetros por año y se sumerge bajo él.

A lo largo de la franja de choque de las placas, llamada zona de subducción, las presiones acumuladas hacen que las rocas se fracturen súbitamente; el rompimiento se traduce en vibraciones que son más fuertes en la medida en que la zona de falla sea mayor. Las vibraciones se desplazan en todas las direcciones como ondas sísmicas y cuando llegan a la superficie las percibimos como terremotos.

Los esfuerzos ocasionados por el choque de placas se distribuyen y transmiten por la placa Suramérica y abarcan toda la cordillera de los Andes, en donde generan fracturas o fallas geológicas, fuente de los terremotos continentales.

El tamaño o magnitud de los terremotos se mide según la cantidad de energía liberada. Un sismo de magnitud 6 libera energía equivalente a 56 millones de toneladas de explosivos, un poco menos que la energía liberada por la bomba de Hiroshima. Un terremoto de magnitud 9 liberaría energía equivalente a 36 mil bombas de Hiroshima.

En la Tierra ocurren sismos de magnitud inferior a 5 todos los días, mientras que terremotos de magnitud 6 suceden, en promedio, 150 por año, y tan sólo hay un sismo de magnitud 8 cada año (Figura 3.1). El terremoto más grande del mundo, desde que se inició la era de la sismología instrumental a finales del siglo XIX, ocurrió el 22 de mayo de 1960 frente a costas chilenas. Tuvo una magnitud de 9,5 y fue causado por una falla de mil kilómetros de longitud. Generó un tsunami enorme que atravesó el océano Pacífico y llegó a Hawaii 15 horas después, en donde las olas alcanzaron 10 metros de altura y dejó 61 víctimas mortales. A Japón llegó 22 horas después de ocurrido el sismo y dejó 138 muertos.

 

Los terremotos generan múltiples fenómenos naturales secundarios como deslizamientos, tsunami y licuación de suelos. La licuación de suelos es la pérdida momentánea de la capacidad de soportar peso por reacomodamiento de las partículas de arena en suelos saturados de agua.

 

 

 

Los terremotos han ocurrido en los Andes desde hace millones de años y, con seguridad absoluta, seguirán ocurriendo.

 

Los terremotos se clasifican, según su magnitud, en grandes de 7 grados en adelante y según la profundidad a la que ocurren se consideran superficiales hasta 33 kilómetros. Entre 1973 y 2009 se han registrado en la subregión más de 7 mil terremotos de magnitud superior a 4,5, de los cuales 861 tuvieron magnitud mayor a 5,5. Esta sismicidad se representa en el Mapa 16 donde se destaca lo siguiente:

Sismos superficiales, asociados principalmente a la zona de subducción, con magnitudes superiores a 7.
Sismos con magnitudes intermedias (5 a 7), asociados con el roce entre la placa oceánica sumergida y la de Suramérica.
Sismos de diversa magnitud, asociados con las fallas continentales a lo largo de toda la cordillera de los Andes, la cual está fracturada como resultado de los esfuerzos a gran escala ocasionados por el choque de las placas.
Sismos profundos. Los Andes se destacan a nivel mundial por la ocurrencia de sismos muy profundos y de gran magnitud como el ocurrido en la región amazónica de Bolivia el 9 de junio de 1994, a más de 500 kilómetros bajo la superficie, con magnitud 8,2, que fue sentido en todo el continente americano desde la Patagonia hasta Alaska.

La profundidad de los sismos se representa en la Figura 3.2 por medio de los perfiles A-A’, B-B’, C-C’ y D-D’. Los perfiles son vistas transversales en diferentes zonas de la costa pacífica, según se indica en el Mapa 16; en cada uno se representa el ángulo de inclinación de la placa de Nazca. En Colombia, Ecuador, sur del Perú y Bolivia el ángulo es alto, de tal manera que la zona de roce entre las placas alcanza condiciones de presión y temperatura tales que las rocas se funden y generan zonas volcánicas. En comparación, en gran parte de la costa del norte y centro del Perú el ángulo de inmersión es bajo, de modo que no hay fusión de las rocas y no hay vulcanismo, pero sí más frecuentes y fuertes terremotos superficiales.

 

Fuente: Elaboración propia a partir de sismicidad de NEIC (2009).

 

La placa de Nazca se sumerge bajo los Andes con diferentes ángulos de inclinación: en aquellas regiones donde el ángulo es alto, las condiciones de presión y temperatura a unos 100 km de profundidad son tales que las rocas se funden y hay vulcanismo.