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Los volcanes son los puntos donde el calor interno de la Tierra hace fluir hacia la superficie de los continentes y del fondo marino el magma, roca fundida a muy altas temperaturas. Este material, que proviene de las capas más internas de la Tierra, emerge por las cordilleras continentales como los Andes; por las cordilleras submarinas como la del Atlántico (Figura 2.1) y por puntos en la corteza oceánica, como Galápagos y Hawaii, conocidos como puntos calientes. Cuando el magma emerge por las cordilleras submarinas y puntos calientes entra en contacto con el agua del fondo del mar y se enfría rápidamente generando con ello unas rocas de color oscuro ricas en olivino, un mineral con alto contenido de hierro y magnesio. Este es un proceso lento y continuo que a lo largo de millones de años forma la corteza oceánica, más densa que la continental.
Como expresión de la renovación de la corteza terrestre los volcanes aportan cenizas volcánicas que dan gran fertilidad a sus laderas. Su forma, generalmente cónica, alberga variedad de ecosistemas y paisajes singulares. Históricamente, por razones agropecuarias, muchas poblaciones se han asentado en las faldas de volcanes, lo cual expresa, desde tiempos ancestrales, la convivencia con el riesgo. En años recientes muchos volcanes han adquirido un atractivo especial para inversiones y proyectos ecoturísticos.
Volcanes andinos
Los volcanes continentales asociados con zonas de subducción representan el 95% de los de la Tierra; hacen parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, la mayor cadena volcánica del mundo (Mapa 29). Cuando las placas oceánicas chocan con los continentes se hunden bajo éstos debido a su mayor densidad. En efecto, las rocas de las masas continentales son más ricas en minerales con alto contenido de silicio (como la andesina) y menores contenidos de hierro y magnesio, lo que las hace más livianas.
El hecho de que los volcanes surgidos del hundimiento de una placa no estén cerca del lugar de choque, es decir, la zona de subducción, sino a unos 200 kilómetros de distancia, se debe a que el borde del continente se levanta, se pliega y se fractura y son esas fracturas las que aprovecha el magma para salir a la superficie cuando la capa sumergida se encuentra a unos 100 kilómetros de profundidad (Figura 3.12). Al sumergirse la placa, arrastra agua con altos contenidos de sales y sedimentos finos que disminuyen el punto de fusión de las rocas de tal manera que, en profundidad, lejos de la zona de subducción, por la fricción y cambios de presión y temperatura, se genera un fluido de rocas caliente que asciende a la superficie gracias a un proceso similar al que ocurre dentro de una olla a presión (los materiales más calientes, fluidos y por lo tanto menos densos tienden a subir).
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Andesina, el mineral; andesita, el tipo de roca y los Andes, la cordillera, tomaron su nombre de la palabra quechua anti, que significa cresta elevada. El mineral, identificado por Alexander von Humboldt en sus travesías por nuestra cordillera, es uno de los predominantes en las rocas de los volcanes del Cinturón de Fuego del Pacífico. |
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Fuente: Elaboración propia a partir de Tarbuck (2003). |
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Las erupciones de los Andes se caracterizan por ser violentas, abruptas y porque además de lavas y fragmentos de rocas incandescentes arrojan enormes cantidades de ceniza, gas carbónico, vapor de agua y gases sulfurosos. Las erupciones fuertes y de gran tamaño pueden expulsar a la atmósfera más de 10 kilómetros cúbicos de ceniza y gases hasta alturas superiores a 25 kilómetros.
Los volcanes localizados cerca del ecuador terrestre, como todos los de la subregión andina, Centro América e Indonesia, pueden causar impactos globales ya que la circulación de los vientos desde esta zona afecta los hemisferios norte y sur. Esto ocurrió durante la erupción más importante en épocas históricas en la subregión: el 19 de febrero del año 1600 el volcán Huaynaputina, al sur de Arequipa en el Perú, arrojó unos 11 kilómetros cúbicos de materiales a la atmósfera. Arequipa fue parcialmente destruida, varios pueblos sepultados y se estima que hubo unas 1 500 víctimas en el país. Las cenizas llegaron a Chile, Argentina, Bolivia y Nicaragua. Al otro lado del mundo se sintieron los efectos: a los gases y cenizas de esta erupción se les atribuye haber contribuido a la muerte, por hambruna, de dos millones de rusos, ya que entre 1600 y 1603 el crudo invierno se acentuó y se perdieron las cosechas. Las cenizas, gases y partículas suspendidos que también afectaron a Japón, China, Escandinavia, Canadá y los Estados Unidos crearon una cortina en la atmósfera que limitó el ingreso de los rayos del sol (Briffa y otros, 1998; Thouret y otros, 1997).
Como se ilustra en el Perfil B-B’ (Figura 3.2) que acompaña el Mapa 16, la sismicidad en el centro y norte de la costa peruana indica que la placa Nazca choca con los Andes de manera casi horizontal, lo que impide que las rocas se fundan y generen vulcanismo. En otras palabras, la profundidad de la capa hundida no alcanza las zonas con presión y temperatura suficientes para que se fundan las rocas, lo que sí ocurre al norte, en Ecuador y Colombia, al sur de Perú y en Bolivia.
Volcanes de las islas Galápagos
La posición aislada de las Galápagos y el hecho de ser islas volcánicas con especies únicas adaptadas a sus singulares condiciones de vida, fueron unas de las claves para que el agudo observador y naturalista Charles Darwin desarrollara su teoría de la evolución cuando las visitó en 1835.
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A la erupción del Huaynaputina en el año 1600, al sur del Perú, se le atribuye haber contribuido a la muerte de dos millones de rusos debido a que el invierno se acentuó y se perdieron las cosechas. |
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Fuente: A partir de Smithsonian Institution: Siebert y Simkins (2002). |
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Los volcanes de las islas Galápagos están asociados con uno de los 11 puntos calientes de la Tierra. |
Los puntos calientes son lugares fijos de la Tierra por donde emerge magma y se forman islas volcánicas a través de fracturas en la corteza oceánica. Estas islas se desplazan lentamente, llevadas por la placa tectónica sobre la cual se levantan. Así, aquellas formadas hace millones de años en el punto caliente de Galápagos fueron transportadas hacia el oriente y engullidas bajo el continente en la zona de subducción, donde la placa oceánica se hunde bajo éste a la latitud del Ecuador. Las Galápagos de hoy en día, conformadas por un conjunto de 13 volcanes activos y numerosos islotes, se formaron hace apenas pocos millones de años (Figura 3.13).
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